Más allá de la alta participación del electorado, la libertad en el ejercicio del voto y la pureza de los escrutinios, que fueron la tónica general (con algunas lamentables excepciones), se pueden obtener muchas conclusiones de lo que fueron las elecciones del domingo 2 de mayo. Deseo compartir algunas con los lectores.
1. Uno vota como quiere. Un porcentaje nada pequeño de los electores optó por el voto cruzado, es decir, favoreció a partidos distintos en las elecciones para presidente y legislador. El caso más crítico es el del Partido Arnulfista, pues sólo uno de cada dos electores que favorecieron a los candidatos a legislador por dicho colectivo votó por el candidato presidencial del mismo partido.
La matemática dice que el candidato oficialista fue rechazado por el 50% de su propia gente. Similar porcentaje se obtiene al comparar los datos correspondientes al MOLIRENA, 4% para presidente, 8.5% para legislador, y un poco peor aún en el caso del Liberal, 1.5 y 5.2, respectivamente.
¿A dónde fueron a parar estos votos? No es difícil saberlo: Solidaridad obtuvo el 31% en las elecciones a presidente y el 15.5 en las de legislador, o sea, los electores que decidieron apoyar a Endara representan el doble de los que favorecieron la misma papeleta en las legislativas. Pero el voto cruzado no paró ahí. Mientras que el 6% de los electores apoyó al Partido Popular en la competencia legislativa, sólo el 4% lo hizo en la presidencial. Lo mismo ocurrió en Cambio Democrático, en el que un misterioso 2% votó por sus legisladores, pero no por su presidente.
En cifras absolutas, todo esto significa que de los 250 mil electores que apoyaron a la alianza oficialista al momento de escoger a los legisladores y no votaron por su candidato a presidente, 230 mil votaron por Endara y 20 mil por la papeleta del PRD, que además recibió unos 64 mil votos adicionales de parte de los que prefirieron las papeletas de Cambio Democrático y el PP para la Asamblea.
Si se considera el hecho, altamente probable, de que varios miles de los que prefirieron a los candidatos del CD y PP para el Legislativo se fueron en realidad con Endara, entonces habría que incrementar la suma de votantes de la alianza oficialista que optó por Martín para presidente, lo que dice todavía más de la ausencia de una orientación partidaria.
2. Dos países. El descalabro de la nómina Visión de País adquiere ribetes más dramáticos cuando se descubre la geografía del voto: José Miguel Alemán obtuvo más votos que Endara en cinco de nueve provincias (Veraguas, Coclé, Herrera, Los Santos y Darién) y en cuatro de cinco comarcas indígenas. Aún así, Endara duplicó la votación del candidato oficialista a nivel nacional. Esto significa que en los centros de mayor concentración urbana (Panamá, Chiriquí, y Colón) la votación fue extremadamente desfavorable para Alemán. En la provincia de Panamá, donde Torrijos obtuvo 4 votos por cada uno de Alemán, todas las papeletas de los partidos oficialistas alcanzaron apenas un 11.5% del total.
No obstante, los distintos patrones de comportamiento electoral no afectaron el triunfo de Torrijos, quien ganó en todas las provincias y comarcas, con excepción de Kuna Yala.
3. ¿Tres fuerzas? Eso está por verse. El hecho de que Solidaridad se haya convertido en la segunda fuerza que más votos atrajo y de que haya triplicado el porcentaje obtenido por el Partido Arnulfista, no significa que haya una tercera fuerza victoriosa en el país, pues como se ha dicho los arnulfistas siguieron votando arnulfista para legislador y solo se cambiaron en las presidenciales porque nadie ignora que Endara es arnulfista y era (y probablemente es) el arnulfista más popular. Que el Partido Arnulfista no lo haya postulado solamente significa que hay un déficit grave de democracia interna y que dicha deuda la cobran los militantes y simpatizantes del partido el día de las elecciones.
La hipótesis de que a partir del descalabro de la segunda fuerza electoral más importante (el PA fue el segundo más votado en los comicios para legislador) se formará una nueva realidad política es algo que, en mi humilde opinión, no está nada claro.
4. Cuatro son los caminos que conducen al triunfo. Si se analiza el origen de los 711,447 votos que hicieron a Martín Torrijos el candidato presidencial más votado en nuestra corta historia como nación, llegamos a la conclusión de que existen cuatro capas o círculos concéntricos que describen la victoria electoral del perredista. Primero, su partido aportó el grueso de la votación, pues, según cifras del Tribunal Electoral, el PRD tiene más de 430 mil inscritos.
Ahora bien, eso no habría sido suficiente para ganar. Segundo, sumados los 50 mil votos que aportó el PP, llegamos a la cifra de 480 mil, que coloca a Martín por encima de Endara por un estrecho margen de unos 20 mil votos. Tercero, los Independientes Pro Martin, que son un grupo organizado y con recursos, pero que no son miembros del partido, sumaron según sus propios cálculos unos cien mil votos. Eso nos lleva hasta 580 mil, lo que quiere decir que hay unos 130 mil votos por Martín que no responden a ninguna de las formas de organización política que respaldó su candidatura.
La amplitud de su éxito consiste entonces en que captó una buena parte del voto difuso de la esperanza, del descontento, de la necesidad de reorientación de la actividad política y esta fuerza no organizada constituye la segunda más grande de todas las que le apoyaron. Es un caudal político que Torrijos no puede darse el lujo de malgastar. Ojalá lo entienda así su partido.
5. Cinco grandes fracasos. Los que pensaron que el dinero podía comprar votos, los que creyeron que desde el poder podían manipularlo todo, los que trataron de confundir con encuestas fraudulentas, los que pensaron que iban a cambiar la opinión del electorado con campañas sucias, y los que se propusieron hacer alguna trampa para producir resultados distintos a los expresados por la ciudadanía en las urnas, todos fracasaron.
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El Panamá América, Martes 11 de mayo de 2004